lunes, 31 de enero de 2011

Somos muy comodones

Últimamente -la crisis económica ayuda mucho a eso- uno se plantea si podría hacer más para "luchar" contra estas y otras injusticias.

Todos hemos comentado en más de una ocasión que si tal cosa no va bien, que esta ley es contraria a este principio básico, que los políticos ..., que ... pero ¿hacemos algo?

La vecina del piso de abajo es francesa y hace ya mucho tiempo me comentaba que estaba muy sorprendida con la actitud de los españoles ante la (entonces incipiente) crisis económica. Sois muy conformistas, decía. Después, viendo cómo en Francia salen a calle  por ejemplo cuando el gobierno anuncia el retraso en la edad de jubilación (por poner un caso idéntico al que se ha dado en nuestro país) y aquí lo aceptamos sin más (nos quejamos en tertulias de bar o de amigos y nada más), no puedo hacer otra cosa que darle la razón.

No sé cómo explicarlo sin que dé pie a malas interpretaciones, pero también he podido observar que me muevo en un ambiente que, en general, se mueve por unos ideales. Participamos en alguna asociación y, dentro de nuestras posibilidades y circunstancias, intentamos hacer cosas para defender nuestros intereses y los de la sociedad. Incluso, varias veces A. y yo comentamos que nos gustaría ser un poco más activos.

Es cierto también que desde hace unos años (sobre todo a raíz de mi último cambio profesional) he podido tener más trato con ciudadanos de a pie. Quizá sea un eufemismo utilizar la expresión "ciudadanos de a pie", pero lo cierto es que anteriormente me movía siempre en ambientes en que casi todo el mundo tenía estudios universitarios y, quieras o no, vives un poco apartado de la realidad. El razonamiento puede parecer clasista, pero no van por ahí los tiros. Ahora entiendo ciertas actitudes del gobierno, a quién van dirigidas determinadas políticas y, sobre todo, he podido conocer a mucha gente absolutamente despreocupada por su sociedad, a las que lo único que les preocupa es su bienestar (lo que ellos entienden por bienestar), su tiempo de ocio y su "felicidad", entendida ésta como una ausencia total de problemas. Son personas a las que los acontecimientos en cualquier punto del planeta les trae sin cuidado mientras no les afecte a ellos. Si en Haití hay un terremoto les lleva a pensar -como mucho- que Dios es injusto y, mientras dure la noticia en la televisión, comentarán algo del tema. Pero si en Oriente Próximo se tambalea todo el sistema político de los últimos años ocasionándose gravísimos incidentes, como no les afecta (o eso creen ellos), nos les preocupa en absoluto.

Lo curioso de todo esto es que tienen bien aprendidas ciertas actitudes ante determinados temas. Por ejemplo, si un día insinúas que debería hacerse algo con la inmigración, con exquisito respeto  hacia este colectivo, te acusan de xenófobo.


Mientras tanto, Belén Esteban triunfa en la televisión y todos estos que me acusan de xenófobo disfrutan con la tele-basura.


Sé que esta entrada merecía mejor tratamiento, pero no tengo tiempo para ello.

viernes, 28 de enero de 2011

Inscripción en el Registro Civil

No sé a cuento de qué viene esta entrada, pero me he acordado del día que fui al Registro Civil a inscribir a Q.

Salvo en una ocasión, siempre me encargué yo de la inscripción de nuestros hijos en el Registro Civil, cosa del todo lógica porque A., o bien se encontraba aún en el Hospital o le acaban de dar el alta y "reposaba" en casa. He entrecomillado esa palabra porque a medida que aumentaba la familia, os podéis imaginar el reposo que la pobre A. hacía: cuando no era el recién nacido quien reclamaba su atención, era cualquiera de los anteriores. Esto es de las pocas cosas que el tiempo no cura. Al revés, en nuestro caso, el paso del tiempo empeoraba la situación.

Pues bien, me dirigí al Registro Civil de nuestra ciudad con el certificado médico de nacimiento expedido por el centro sanitario en el que A. dio a luz dispuesto a inscribirlo y, por ende, pasar a ser un ciudadano más (nosotros, la verdad, no estamos mucho por aquello que el Ayuntamiento de Madrid calificó como "bautismo civil" y, que yo sepa, lo llevó a cabo Cayetana Guillén Cuervo con su hijo). Al llegar allí había una cola considerable, cogí mi papelito, me armé de paciencia y esperé mi momento. No tenía un día especialmente malo ni nada por el estilo, pero lo cierto es que al llegar mi turno, me acerqué al mostrador y presenté el certificado médico. Al momento, la funcionaria que me atendía me acercó uno de esos enormes libros que conforman el Registro y me indicó que firmara al final del mismo. Le advertí que estaba en blanco y ella me contestó con una mirada que, más o menos, venía a decir "¿Y?, ¿vienes a estropearme lo poco que me queda de jornada laboral?" Después, contraviniendo lo que pensaba y en un derroche de amabilidad, contestó con un lacónico "sí".

Con muy buenas palabras le intenté explicar que no suelo firmar nada en blanco porque después puede rellenarse con cualquier otra cosa y, claro, mi firma ya está allí. La cara de asombro de la funcionaria era para verla, parecía que en su larga vida laboral nadie le había planteado nada similar. Miró a un lado y a otro buscando la complicidad de algún compañero de trabajo y, con un tono muy distinto al anterior, me preguntó si tenía algún problema. Después me soltó ese demoledor argumento propio del que no tiene nada más que decir "siempre se ha hecho así". Además, soltó otra frase del estilo de "¡¡Sí hombre!!, ya me dirá Vd. que gano yo cambiando unos datos por otros"

Le propuse que lo rellenara y así, una vez cumplimentado, yo lo firmaría. Me dijo -ya de malos modos- que eso era una barbaridad, que si quería que se rellenara antes de firmar que se lo pasaría al Juez encargado y que me avisaría. Muy bien, le dije. Entonces, añadió "Le avisaremos dentro de 3 ó 4 meses" y me recordó que durante ese periodo mi hijo no estaría "legalmente reconocido".

Volví a utilizar el mejor de mis tonos y le expliqué que no era nada personal, que me fiaba absolutamente de su profesionalidad (esbozó una sonrisa), pero que un error podía ser fatal. El nombre de nuestro cuarto hijo es en catalán y, a pesar de serr muy similar al castellano, tiene una levísima variante, por lo que -sin ninguna mala fe- podía confundirse esa letra y ...

Al final, la empleada pública miró las anteriores inscripciones de mis tres primeros hijos y me preguntó si la firma que figuraba en cada una de ellas correspondía a mi persona. Cuando le dije que sí, exclamó riéndose "¡¡Ya ha inscrito a tres hijos y no se ha quejado y con el cuarto sí!! Evidentemente, me quedé sin argumentos y, en plan gracioso, le dije que ahora era un hombre nuevo o que esa firma me la habían falsificado. Se lo tomó a bien, firmé y me fui para casa.

Cuando llegué y se lo conté a A. me miró como el que mira a un pobre hombre que se ha dejado llevar por un arrebato en un momento de su vida.

jueves, 27 de enero de 2011

Un amigo

Estoy enfadado, muy enfadado por lo que pasó ayer en el partido de fútbol que se jugó en el campo del Sevilla. Vino el R. Madrid y con la inestimable ayuda del árbitro ha dejado medio sentenciada la eliminatoria. El robo fue de los que hacen historia y lo que más duele es que lo hagan en tu casa. Ya tienen su final, la final que querían los altos estamentos del fútbol español.

Estoy molesto también porque esto me sigue afectando demasiado. Ya lo comenté en una entrada anterior. ¿Por qué me sigue afectando tanto el fútbol?

Aprovechando este tema, me he acordado de mi amigo A. Lo conocí hace ya unos años cuando trabajábamos juntos en una empresa dedicada a la intermediación bursátil. Él estaba en un departamento y yo en otro. Poco a poco fuimos tratándonos más y, al final, llegamos a intimar. Todavía recuerdo con gran cariño un viaje que hicimos los dos a Asturias. Tenía que ir yo solo y conseguí que la Dirección me permitiera ir acompañado de A. Eso era una tranquilidad por el dominio que tenía del asunto y, al tratarse de una negociación con un cliente potencialmente molesto con la empresa, era de vital importancia su presencia. Además de salir todo según el mejor de los guiones, lo pasamos muy bien.

Le propusimos ser el padrino de JP y aceptó encantado.

Es una persona con la que siempre puedes contar. Cada vez que le he pedido algo, cualquier favor (para mí o para otro), me lo ha hecho. Y lo más importante, sin pedirme nunca (pero nunca) nada a cambio.

De vez en cuando comemos juntos y hablamos de todo, de lo divino y de lo humano, con la tranquilidad que te da el saber que hablas con un buen amigo y que, aunque no coincidamos en algunos temas, puedes hacerlo con absoluta tranquilidad. 

Otras veces, viene a casa con su mujer M. (siempre está contenta) y su hija V., un encanto de niña y se puede decir que un merecidísimo regalo de Dios.

¿Y cómo es que me he acordado de él? ¿Qué tendrá que ver el partido de fútbol con mi amigo A.?

Muy sencillo: A. es quien me ha conseguido todas las entradas de los grandes partidos a los que he podido ir. A. es del Barça (nadie es perfecto), pero se mueve como pez en el agua para conseguir lo que se proponga. Gracias a él pude ir a Eindhoven a ver la primera final de la UEFA que ganó el Sevilla, me consiguió entradas para Mónaco (aquella final de la Supercopa de Europa que el Sevilla ganó al Barça), aunque al final no pude desplazarme, para la Final de Copa en el Bernabéu (Sevilla 1 - Getafe 0) a la que fuimos A., Ma, P, Mi y yo y cada vez que el Sevilla juega en el Camp Nou me llama para ver si quiero asistir. También me ha hecho favores para otros. A un amigo mío que vive en México, en una ocasión que vinieron a Barcelona, le consiguió unas entradas para ver a su Barça y, lo mejor de todo, que su hijo pudiera hacerse una foto con todos los jugadores antes de empezar el partido. Mi hermano y sus dos hijos mayores pudieron asistir a un entrenamiento del Barça y hacerse fotos con el entrenador y  muchos jugadores gracias a una gestión suya. Mi hermano (yo tampoco) no olvida este detalle.

Sin embargo, para un forofo del Sevilla como yo, el mejor regalo que me ha hecho, sin duda, es su amistad.

Gracias

martes, 25 de enero de 2011

Generación digital

Ayer A. y yo asistimos a una conferencia que pronunció en el colegio nuestro amigo Je. Por si alguno no lo ha reconocido todavía, Je. es el marido de M. (la BTV), aragonés oriundo de Lastanosa y, además de biólogo, experto en materia informática, hasta tal punto que dedica casi más tiempo a esto último que a lo primero.

Nos habló acerca de las ventajas y los peligros que internet entraña en nuestros hijos adolescentes y pre-adolescentes.

Es evidente que hay que ser positivos y tener conocimiento de todo esto para saber cómo aplicarlo con nuestros hijos, pero nos dio una serie de datos que, a decir verdad, me asustaron. Nos habló de la media de horas que pasan ante el ordenador, la televisión o jugando con la consola. La cantidad de niños menores de 9 años que tienen teléfono móvil, los jóvenes que tienen acceso a internet desde su habitación (y muchos de ellos también televisión). El famoso Wi-Fi (mi hija Ma. no para de pedírnoslo), que permite acceder a internet no sólo desde el ordenador, sino también desde la tele en muchos casos, el netbook, la PSP, la videoconsola, el móvil ..., los perfiles que en las diferentes redes sociales tienen la mayoría de los niños y -más preocupante todavía- los datos que en ella publican, y la inconsciencia a la hora de colgar fotos.

Es verdad que los cambios que se han producido en los últimos han sido espectaculares y, además, a una velocidad vertiginosa. En una generación hemos pasado de tener una tele con dos cadenas a la irrupción de internet en todos los hogares. Por ejemplo, ya no hace falta seguir la programación de la tele, buscamos la serie que nos gusta en internet y la vemos cuando nosotros queramos sin necesidad de seguir la programación que marque la cadena que la emite.

Finalmente nos alertó sobre la no necesidad de tener webcam por la peligrosidad que conlleva. Por lo visto es relativamente fácil manipular o piratear desde un ordenador la webcam de otro, consiguiendo, por ejemplo, conectarlo a distancia. De esta manera un/a adolescente que tenga su ordenador con webcam en su dormitorio corre el peligro que desde otro le enciendan la cámara o conecten los altavoces. Recomendó algo tan sencillo como tapar con una tira el objetivo de la webcam, así, si la conectan, verán todo negro.

No sé, da que pensar ... y, como he dicho, asusta un poco.

lunes, 24 de enero de 2011

1 Tera

El pasado jueves, aprovechando la firma de una escritura en la Notaría, me acerqué a diversos comercios en busca de un regalo para A. que al día siguiente celebraba su santo.

Iba a tiro hecho. Sabía que le hacía ilusión un disco duro externo, así que entré en un establecimiento de una conocida cadena que hacía un 20% de descuento en todos sus productos durante esa semana. Se acercó el dependiente y me preguntó si podía ayudarme. Cuando le dije lo que quería me dirigió hacia unos que me parecieron caros. Le dije que yo buscaba algo más económico. Imagino que notó mi inseguridad (ésta es una de las muchas materias en las que me siento un absoluto ignorante) por lo que pasó directamente a formularme la siguiente pregunta: ¿Para qué lo quiere Vd.?

- Bueno, para ver películas, básicamente, le contesté.
- Vd. necesita un disco duro con reproductor multimedia, sentenció.
- Ya, pero yo tenía entendido que el precio era más bajo.
- Sí, ese precio que Vd. dice es el del disco duro externo, el que se usa, por ejemplo, para tener más memoria en el ordenador.
- Sí, sí claro, le dije intentando mostrar una inexistente seguridad en mi respuesta.
- Pero, en casa, vemos alguna película que previamente hemos grabado en un pendrive.
La cara del dependiente era un poema, se le podía leer su pensamiento "¡Vaya!, me ha tocado el tontito". Se armó de paciencia y me explicó que lo que yo buscaba (y necesitaba) era el reproductor multimedia. Aunque fue muy amable conmigo y el precio no parecía del todo descabellado, no era plan comprarlo en la primera tienda que visitaba, así que le pregunté que hasta cuando duraba esa promoción con el 20% de descuento. "Hasta el sábado, caballero", me dijo. En todo caso, ya volveré, gracias, contesté mientras me iba pensando por qué existen dependientes que se dirigen a ti como "caballero" cuando ya nadie usa esta palabra.

A pocos metros de allí había otra tienda de electrodomésticos. Entré y me atendió una señora. Con los conocimientos adquiridos en el anterior establecimiento, le dije lo que buscaba y, para salir de dudas (todavía no estaba seguro de si el anterior me había informado bien o, por el contrario, quería colocarme un producto más caro) le hice alguna pregunta entre la diferencia entre un disco duro externo y otro con reproductor multimedia. No sé si no se vio capaz de hacerme entender la diferencia o qué, pero lo cierto es que preguntó a un compañero suyo que limpiaba con una notable apatía un televisor de pantalla plana. El tío, con ese garbo que le caracterizaba, me miró de arriba a abajo y me preguntó "¿Para qué lo quiere?" (¡Anda!, la misma pregunta que el otro dependiente, pensé). Se lo expliqué como buenamente pude y me dijo que con un disco duro (así, sin más) no podría reproducir ninguna de las películas grabadas por mucho que mi televisor tuviera una entrada USB. "Vale, gracias" y me fui de allí con dos ideas claras: 1) a ese tío no le compro nada y 2) ciertamente, busco un disco duro con reproductor multimedia.

Entré en un tercer comercio. Se me acercó un chico joven y me preguntó qué es lo que quería. 
- Buenos días, ¿tenéis discos duros con reproductor multimedia? (buf, había sido capaz de formular la pregunta de un tirón y sin inmutarme, como si fuera un experto conocedor del tema)
- ¿De un tera?
- ¿Perdón?
- ¿Que si lo quiere de un tera?
Reconozco que me pilló por sorpresa. ¿Qué me está diciendo este tío?
- ¿De un tera?, dije yo intentando recuperar la iniciativa en la conversación y con la esperanza de que se le escapara -sin querer- una explicación.
- Sí, de un  tera, dijo
Entonces me derrumbé y no me quedó más remedio que preguntarle, así, de golpe
-¿Qué es un tera?
- "1.000 yigas" (GB), me contestó con una suficiencia insultante y una sonrisa en la cara.
- Ah, claro y ... ¿qué precio tiene?
- tantos €
- y ... y .. ¿sólo tienes ésta?
- Sí, no me quedan más
- Vale, miraré en otro sitio.

Salí de allí y me volví a la primera de las tiendas que había entrado. Cuando me vio entrar el dependiente, con la misma sonrisa que el anterior en la cara, me dijo "¿Viene a por el reproductor multimedia, caballero?"

domingo, 23 de enero de 2011

Semifinales de Copa


A lo largo de este blog me parece que ha quedado suficientemente claro que me gusta el fútbol y que, aunque alguno/a lo dudara, mi equipo es el Sevilla. Sin embargo -quizá me equivoque- no recuerdo haber dedicado alguna entrada a comentar algo sobre el Sevilla. Comenté la alegría que proporciona que tu equipo gane y alguna otra cosa, pero no una que versara sobre el Sevilla en concreto.

El Sevilla se clasificó la semana pasada para disputar la semifinal de la Copa del Rey (otra, y van ...). Con diferencia es el mejor equipo copero de la última década y quien lo dude sólo tiene que consultarlo en internet.

Lo que quería con este post es advertir de la que nos espera durante los próximos 15 días. Desde la capital se iniciará una descomunal campaña contra el Sevilla. Son muchos años sin ganar nada y eso, con todos los millones gastados, no se puede consentir. Además del Marca, el As, la COPE, la SER, TVE, Antena 3, Intereconomía, El Mundo, el ABC, La Razón, El País y otros, este año, cuentan con un elemento nuevo y que en este sentido da "lo mejor de sí": Mourinho. Este entrenador es un "artista" en estos menesteres con el consentimiento de la RFEF, la prensa y el Comité de Competición.

Si alguno piensa que me he dejado a Tele 5, ha sido voiluntariamente, imagino que estarán más ocupado y preocupados de la tele basura que de cualquier otra cosa.

Si existe algún lector, estoy convencido que dirá que me estoy poniendo la venda antes de la herida, que es un discurso victimista, y quizá tenga razón, pero son ya muchos años soportando estas actitudes. Ni siquiera nos queda la "prensa deportiva" sevillana. Está más que vendida a las órdenes que se reciben desde Madrid. Si al menos tuviéramos una prensa como la catalana que, lejos de gustarme, por lo menos defienden a los suyos...


Esta vez el Sevilla se ha adelantado a los acontecimientos y ya ha publicado un vídeo animando a la afición y advirtiendo al contrario (observad que hay una parte en portugués, para que Mourinho no pueda decir que no lo entendió)

viernes, 21 de enero de 2011

Travesía del Pirineo en Jeep (y fin)

Dejamos el relato de ayer al inicio del segundo día de aventura, pero, gracias a Dios la memoria es selectiva y soy incapaz de recordar, día a día, aquella experiencia.

Recuerdo que anduvimos mucho y a una altura considerable, pues la vegetación era escasísima (he intentado buscar una foto con esas características para ilustrar esta entrada, pero todas eran imágenes de lo más bucólico), abundando, eso sí unas piedras de considerable tamaño.

Una sensación que no he logrado olvidar es que cada vez que a lo lejos divisábamos una cima, este profesor nos decía que detrás de ella había un valle y, en el centro del mismo, Salardú, nuestro destino. Yo, que soy más de piso que un enchufe, me imaginaba una estampa idílica: un verde valle, en el centro un pintoresco pueblecito del que sobresalía su románico campanario. Sin embargo, al llegar a la cima, nos asomábamos ansiosos y ... ¡sí, había un valle! ... pero como el que acabábamos de atravesar: pedregoso, sin vegetación y al final otra cima. No sé cuántas veces pasó esto, pero de lo que estoy seguro es que no fueron ni una, ni dos.

Otro recuerdo que mantengo fresco es cuando al profe le dio un yuyu. Empezó a subir muy lentamente (conviene aclarar que él siempre cargó con la mochila que más pesaba, la de la tienda de campaña porque nosotros no estábamos dispuestos a hacerlo como muestra de nuestro enfado) y en un punto determinado dijo que no podía más, que estaba muy cansado. Observé entonces que tenía las pantorrillas un poco hinchadas y rojas y así se lo advertí. Es entonces cuando, un poco asustado, nos pidió que sacáramos de una mochila unas botellitas de coñac (sí, aquéllas que por su tamaño eran de decoración o de colección que venían en una bolsa de malla, como las naranjas o lo que lleva cualquier pubilla en la cabeza). Nosotros, mientras tanto, comentábamos por lo bajo que todo era cuento, que lo único que quería era beberse el alcohol. Más tarde, se le bajó un poco el calcetín y pude observar cómo existía una perfecta separación entre la piel blanca y la roja (se había quemado por el sol), así como que su complexión era la que médicamente se califica como pícnica, lo que explicaba la hinchazón y la tonalidad roja.

Llegamos incluso a plantearnos -sin que él lo oyera- la posibilidad de dejarlo ahí tirado y seguir nosotros. Evidentemente desistimos cuando uno de nosotros apuntó lo difícil que resultaría volver teniendo en cuenta que, por edad, ninguno de nosotros tenía permiso de conducir. No éramos tan malos, éramos jóvenes (no pensábamos mucho antes de hablar) y estábamos molestos enfadados con este profe.

Como alguno imaginará, el estar varios días vagando (ya apunté que, pasado un tiempo, este profesor nos confesó que se había perdido) por la montaña comporta, entre otras cosas, la obligación de hacer ciertas cosas en un ambiente muy distinto al que nuestra urbanita y cómoda vida nos tenía acostumbrado.

Esta excursión marcó la relación que tuve con este profesor. Reconozco que nunca fui bueno con él y que me burlaba en sus clases (más de una vez me echó de clase). Como en su asignatura saqué muy buenas notas, cuando estábamos a final de curso en COU intentó varias veces convencerme para que cursara estudios universitarios de Filosofía. Es evidente que no lo consiguió.

Hay que agradecerle, no obstante, que consiguiera -supongo que involuntariamente- unirnos más a estos cuatro amigos. De vez en cuando nos vemos y siempre recordamos -con muchas risas- esta aventura. Muchas gracias, Sr. M.

jueves, 20 de enero de 2011

Travesía del Pirineo en Jeep (1ª parte)

Como ya os adelanté el otro día cuando hablaba de la montaña, justo antes de empezar 3º de BUP hicimos una excursión por el Pirineo con el que sería nuestro profesor de Filosofía durante los dos próximos cursos académicos, esto es, 3º de BUP y COU.

Era el mes de septiembre y las vacaciones de verano a punto de finalizar. De hecho, la "travesía" la finalizamos dos días antes de empezar el nuevo curso.

Este profesor me llamó por teléfono proponiéndome un  plan muy atractivo: "Haremos -dijo- una travesía en Jeep por el Pirineo. Llama a algún amigo tuyo, que yo llamaré a otros de las otras clases" Contacté con R, D. y T., tres amigos míos del colegio y nos presentamos a la hora acordada en el lugar señalado. Al rato apareció él (solo, muy solo) con un Jeep. Nos dijo que no había conseguido animar a nadie. Así que iniciamos nuestra aventura los cinco, mis tres amigos, el profe y yo.

Llegamos a Andorra y, al pasar junto aquel primer centro comercial ("Punt de Trobada") nos dijo que aquello era un "engañabobos", que ahí todo era mucho más caro. Montamos dos tiendas de campaña en un camping y nos pusimos a dormir, yo con dos amigos míos en una tienda y el profe con el otro. Al día siguiente, salimos de Andorra en dirección a Espot y, antes de abandonar "El país dels Pirineus", el profe decidió parar en el "engañabobos" a hacer unas compras: básicamente comida para los próximos días. No paraba de exclamar que todo era muy barato (!).

Al llegar a Espot comenzó nuestro calvario. Nos dijo que dejábamos allí el coche para ir ca-mi-nan-do hasta Salardú. Esa era la travesía del Pirineo. No parábamos de andar. Al llegar la noche montamos una tienda (para evitar peso, decidimos llevarnos sólo una en la que, un poco justos, eso sí, cabíamos todos). Nos propusimos preparar la cena. De primero, arroz blanco. Cuando ya estaba hecho, uno decidió que, en lugar de que cada uno se pusiera la cantidad que quisiera, era mejor echarle la sal a todo el arroz. Cogió un salero comprado en el "engañabobos" y ... ¡saltó la tapa!, derramándose toda la sal en el arroz. Como la sal y el arroz compartían el mismo color y la noche no nos dejaba distinguir más allá de nuestras narices, optamos por tirarlo todo. Después del incidente, teníamos todavía más hambre, así que el profe nos dijo que no nos preocupáramos, que abriríamos una lata de salchichas que habíamos comprado. La lata era enorme, allí cabían, por lo menos, 30 ó 40 salchichas. La noche nos confundía, intentábamos pinchar alguna salchicha con un tenedor, pero no veíamos nada. Cogimos unas cuantas (el tamaño era sospechosamente pequeño para tratarse de unas salchichas de frankfurt) y las pusimos en la sartén al fuego. Aquello empezó a hacer un ruido rarísimo. Cuando uno se acercó bien y la probó, soltó un grito de asco... ¡eran zanahorias hervidas! Nos acostamos con más hambre que el que se perdió en la isla.

A la mañana siguiente nos despertó el profesor con gritos marciales mientras se lavaba las manos, la cara y el torso en el río. El agua estaba helada, por lo que nuestro "baño" consistió en mojarnos la cara.

Allí descubrí y probé (por primera y última vez) los litines, una especie de polvos que se le echaban al agua para evitar que, la falta de costumbre de beber agua tan pura, nos dañara el estómago. El agua quedaba como el Vichy catalán, pero el sabor era otro.

Iniciamos así nuestro segundo día de calvario travesía.




miércoles, 19 de enero de 2011

La (no) lectura

Sé que a alguno le costará creerlo, pero os confesaré que tengo algún defecto. Unos mejores que otros, pero de entre todos ellos quisiera destacar uno que, sin llegar a avergonzarme, no estoy orgulloso de él: No me gusta leer y por tanto, no leo.

Cuando digo que no me gusta leer, me refiero a la lectura de libros de la temática que sea.

Ahora que reviso lo escrito (iba a poner "ahora que releo" pero después de lo manifestado, podía resultar contradictorio), me doy cuenta de que ha quedado muy tajante. No es que no me guste leer, sino que no leo. El matiz es importante porque, las pocas veces que lo he hecho, el resultado ha sido por lo general satisfactorio con alguna excepción.

Recuerdo una vez que me animé a leer y, no sé si aconsejado por alguien o por decisión propia, cogí "Momo", de Michael Ende. De entrada no me gustó, pero, en un alarde de constancia, decidí seguir leyendo. Cuando me quedaban 10 hojas para acabarlo, lo cerré y nunca más lo volví a abrir. Ni siquiera la curiosidad por saber cómo acababa me animó a hacerlo (después de la entrada de ayer con mi pataleta a 50 metros de la cima del Monte Perdido y la de hoy a 10 páginas del final, el que no me conozca debe pensar que soy un rarito y ... ¿quién sabe?)

Hace poco (más de un año, seguro) me leí "El Juego del Ángel", de Carlos Ruiz-Zafón. Seiscientas-y-pico páginas. Estaba convaleciente y A. (fanática de la lectura) me dijo que aprovechara para leer. Lo cogí y me duró un día y medio. No paraba de leer. Al acabarlo no noté nada raro, la enfermedad seguía su curso y la satisfacción por haber llegado al final era comparable a la que yo puedo sentir por alcanzar la cima de una montaña (nula). Tampoco me disgustó.

Como ya he dicho al principio, no me avergüenzo por este déficit, pero tampoco es algo de lo que alardee. ¿Y aquellas veladas con amigos en las que, hablando de diversos temas, salen las últimas lecturas de cada uno? Si no hay mucha confianza me las suelo apañar para cambiar de tema. Si la hay, digo que no leo y ya está. Otra situación curiosa es cuando, al salir de ver una película en el cine, se comenta aquello de "prefiero el libro". Yo suelo asentir con la cabeza o contestar con un lacónico "yo también". La única vez que pude comparar la película con el libro fue con "El niño del pijama de rayas" que, al ser una novela ligera (en cuanto a su extensión, claro), hizo más fácil y llevadera su lectura.

Imagino que ahora más de uno entenderá por qué en sus entradas sobre novelas no suelo hacer comentarios. Como decía aquél "¿Pa qué?, ¿pa cagal-la?"

martes, 18 de enero de 2011

La montaña

Mi relación con la montaña no es del todo satisfactoria. Se podría decir que no siento una especial atracción por ella. No es un tema de miedos ni de fobias.

A mí me gusta ver la montaña, ¡y disfrutarla! ... pero a mi aire. Soy yo quien marca los tiempos.

Desde pequeño le cogí una especial animadversión a la montaña, la cual se vio incrementada durante mi adolescencia y primera juventud. Recuerdo excursiones con otros chavales y monitores e ir siempre con el grupo de los rezagados, y no porque mi físico me impidiera avanzar más rápido, sino porque me entretenía o por lo que fuera. El caso es que, cuando una excursión era ya de cierto calibre y requería de sus (obligadas) pausas, guardo un recuerdo imborrable de aquella escena en la que llegábamos hasta donde se encontraban todos descansando y, al vernos llegar, decían "¿Ya estáis aquí? Venga, seguimos". Y eso, con todas y cada una de las paradas. En definitiva, los rezagados éramos los únicos que hacíamos la excursión de un tirón, mérito que nunca nos fue reconocido.

A medida que iba creciendo ganaba en autonomía y libertad, por lo que yo decidía si iba o no a la montaña. Y así fue, salvo en dos sonadas ocasiones. Se puede decir que en ambos casos fui engañado. En la primera excursión tendría yo unos 16 años y el liante era un profesor de Filosofía que nos dijo que haríamos una travesía del Pirineo en Jeep. Quizá yo era un iluso, pero entendía que nos montábamos en un Jeep y ¡hala! a correr por la montaña. Invité a tres amigos y, efectivamente, subimos en un Jeep, pero ... Llegamos a Espot y allí lo aparcó. Una vez aparcado nos dijo que el plan era ir desde Espot hasta Salardú andando a través de la montaña. Un día contaré la historia, pero sólo os adelantaré que estuvimos 4 días vagando por el Pirineo (nos llegamos a perder) hasta que llegamos a Baqueira Beret, donde cogimos un taxi que nos llevó hasta el Jeep, en Espot. Cuando nos reunimos los 4 amigos que hicimos esa ... esa ... ¿excursión? recordamos aquellos días y nos reímos (¡ahora!) de aquello.

El segundo engaño me llevó hasta el Monte Perdido. De tal magnitud sería el engaño que me fui equipado con unas zapatillas de deporte que usaba para jugar a tenis, ya sabéis, las típicas blancas con suela lisa (y eso que hacíamos noche en un albergue del Parque Nacional de Ordesa). Y de tal magnitud fue mi enfado que, a 50 metros de la cima, me planté y dije que no seguía, que no me daba la gana. Era mi única manera de demostrar mi cabreo. Sé que fue una rabieta de niñato (tendría yo 17 o 18 años), pero conseguí que los "montañeros" pasaran un mal rato y, sobre todo, alucinaran. Tenías que ver las caras que ponían. Y las palabras que me dirigían "Pero, hombre, anímate que la vista es muy bonita" o cuando yo insistía en que no me daba la gana aquello de "¿Y la satisfacción que se siente cuando llegas?"

Me prometí a mí mismo que nunca más volvería a la montaña.

Conozco a muchos que les encanta la montaña, pero de éstos, son pocos los "normales" (lo pongo entrecomillado para resaltar que se trata de un uso, no sé si acertado o no, de la ironía), suelen ser forofos de la montaña. Funcionan con frases tipo "la montaña es lo mejor", "no hay nada como la montaña" e incluso "la montaña tendría que ser obligatoria" Cuando oigo esto -sobre todo la última frase- un escalofrío me recorre el cuerpo.

Mira que tiene su encanto la montaña, tanto que he vuelto a ella (en pequeñas dosis) y la he llegado a disfrutar (como decía antes, marcando yo los tiempos, sin prisas, sin agobios, sin ...)

Uno de estos fines de semana, me escaparé con Q. a lo alto de una "montanyeta" que tenemos cerca de casa. Lleva tiempo pidiéndomelo.

lunes, 17 de enero de 2011

Polemizar

Existen personas a las que su carácter, sus ganas de notoriedad o simplemente sus ganas de provocar les lleva a polemizar. No me refiero a aquéllos que tienen sus propias ideas y las defienden en cualquier lugar aunque por ello se creen enemistades (a eso yo le llamo coherencia), sino a los que, independientemente del tema que se trate, ellos llevan la contraria por definición.

Últimamente he encontrado a varios de estos personajes en facebook. Basta con publicar cualquier cosa en tu "estado" y enseguida acuden allí para decir la suya que, casualmente, siempre es contraria a la tuya. Da lo mismo de lo que hables, ellos siempre opinarán lo contrario: si dices porque dices, si no dices porque no dices. 

Esta fórmula, por otro lado, es ya muy antigua, pues sólo hay que ver el éxito de esos programas televisivos en los que, por cualquier motivo, todos los contertulios se enzarzan en una discusión y/o pelea.

Sé que se ha comentado varias veces, pero es importante incidir en que, o se conoce mucho a la persona a la que se contesta (que sea capaz de reconocerte la ironía del mensaje) o fácilmente se cae en el ataque o algo que pudiera ser interpretado como tal. No seré yo quien lo defienda, pero parece ser que el origen del uso de los "emoticonos" es éste y no otro.

Parece ser que influye mucho no sólo el anonimato, pues en facebook no cabe éste, sino precisamente el creerse amparado por el mismo. Es aquello tan antiguo de que por escrito se dicen cosas que a la cara uno no se atreve a decir.

Sé que el tema merecería ser tratado más a fondo y, sobre todo, por un experto en la materia, pero me ha apetecido escribir sobre esto y por eso lo he hecho ;-)

Mañana, creo, empezaremos a tener resultados de las pruebas que le están realizando a mi madre. Ya os contaré.

viernes, 14 de enero de 2011

Ese silencio

Estoy en el tren camino de Barcelona. Tengo una reunión en un Bufete de abogados para preparar la audiencia previa señalada para el lunes en un Juzgado de lo Mercantil. Es un tema complejo (aportamos informes de auditoría para probar nuestras pretensiones y ya sabéis cómo se las gastan los auditores: son muy majos, pero cuesta un poco entenderlos).

Ya han bajado los niños que van al colegio, pero el tren sigue lleno de gente. Ya se sabe, lo que antes dábamos en llamar "hora punta" se ha convertido en "horaS puntaS". La mayoría de la gente hojea la prensa gratuita que a la puerta de la estación reparten unas chicas, otros manipulan sus dispositivos electrónicos (yo entre ellos para escribir esta entrada), otros escuchan música y, finalmente, alguno duerme. Sea el motivo que sea, lo cierto es que no se oye ni una voz. No sé si esto es bueno o no, pero yo -aunque soy tímido por naturaleza- lo encuentro muy raro. Echo de menos esas conversaciones propias de estos trayectos.

No quisiera generalizar, pero está claro que cada vez nos parecemos todos más. Recuerdo cuando estuve en Eindhoven (fui a ver aquella primera Final de la Uefa que ganó el Sevilla el 10 de mayo de 2006) donde cogimos un tren al día siguiente para desplazarnos a Amsterdam. El tren estaba abarrotado, pero nadie hablaba y eso me llamó poderosamente la atención. Ese silencio sólo se rompió por mis ronquidos, según se apresuró a comentarme el amigo que me acompañó mientras me daba codazos para despertarme.

Un momento: hay una señora hablando con el que parece su marido. Como sólo se le oye a ella (él se limita a asentir con la cabeza o a mascullar monosílabos, de ahí que sospeche que es el marido) tengo la sensación de estar inmiscuyéndome ( buf, vaya palabra) en su intimidad. Seguiré echando de menos aquellas conversaciones. ¡Mi estación! Os dejo

jueves, 13 de enero de 2011

Mi madre

No sé por dónde empezar.

Me tiene preocupado la salud de mi madre. Ya os conté que todo parecía ir bien: le habían dado el alta y ya estaba otra vez en casa. Ayer, nuevamente acudió al Clínic y se ha quedado ingresada. No son buenas noticias. La mancha blanca -aquella mancha blanca que no se sabía muy bien qué era- ahora parece tener otro diagnóstico. Los médicos nos dicen que es pronto, que hay que hacer varias pruebas (una biopsia y otra cuyo nombre no recuerdo), pero todo apunta a un tumor en el pulmón. Lo más probable es que mañana viernes tengamos ya el resultado de estas pruebas. Cuando tenga novedades ya os iré contando.

Sólo os pido -sé que lo hacéis y por eso os lo pido- que os acordéis de ella. Y desde ya, muchas gracias.


Acabo de hablar por teléfono con mi padre y me cuenta que mi madre está muy animada. Conoce perfectamente la situación y dice que, pase lo que pase, tiene que dar gracias por todo lo que ha vivido. Además, dice que está dispuesta a luchar lo que haga falta. Estoy más animado. Hoy empiezan a hacerle las pruebas y se tardará unos días en tener los resultados. La mancha blanca, al parecer, es otra, no es aquella que se vio en un primer momento. Lo que no sabemos aún es si antes no la vieron o es que no estaba.

martes, 11 de enero de 2011

Entrenamientos

Varios de nuestros hijos, concretamente P., Mi, y Q juegan a fútbol con un club juvenil de nuestra ciudad. Entrenan dos días entre semana y juegan los sábados. Así que ya sabéis lo que me toca la mayoría de las mañanas del primer día del fin de semana. Normalmente voy a ver jugar a Q., que es el pequeño de ellos. P. lo entiende, pero Mi., de vez en cuando, se queja y me dice que nunca voy a verle.

Viéndolos jugar, puedo asegurar que no será necesario cambiar de profesión para dedicarme a ser su representante. No obstante, disfrutan practicando este deporte y esto me gusta.

En el caso de Q. no sólo me gusta sino que me sorprende. El año pasado ya empezó a practicar este deporte, pero lo dejó a mitad de temporada porque no lo soportaba. Es verdad que no es un crack, pero A. y yo queríamos que siguiera, pues era la única manera de que hiciera algo de ejercicio. Este curso, con la llegada de un nuevo compañero a su clase con el que ha hecho una buena amistad y que se ha apuntado al equipo, hemos visto con sorpresa (y alegría) que Q. sigue disfrutando con este deporte. Y eso tiene mucho mérito. Tiene mérito no sólo por lo que ya he dicho, sino porque el entrenador (no hemos encontrado otro) tiene un fuerte carácter y los castiga muy a menudo a dar vueltas al campo. Los padres que asistimos al entrenamiento hemos comentado varias veces esta (insólita) situación. Nos parece muy bien que cuando los niños se tomen a broma el entrenamiento, no estén atentos o hagan lo que les dé la gana, sea duro con ellos y les haga correr alrededor del campo de juego. Sin embargo, lo que no entendemos es que les haga correr cuando uno falla cualquiera de los ejercicios que les propone. Por ejemplo, si están ensayando disparos a puerta y uno no le da a la pelota, le castiga a dar varias vueltas al campo.

No sé, estamos un poco moscas con el tema. Ya veremos cómo acaba.

lunes, 10 de enero de 2011

25 años

Esta mañana he recibido un correo electrónico del colegio en el que estudié diciéndome que este curso 2011-2012 se cumplen 25 años desde que abandonamos el colegio tras finalizar el entonces llamado COU y que el día 24 de febrero está prevista una cena en el mismo colegio para celebrar tal efeméride.

¡Eso son unas bodas de plata! ¿Cómo puede ser que haya pasado tan rápido el tiempo?

Parece imposible que haya pasado tanto tiempo, tengo aún tantos recuerdos de aquella época y -perdonad el tópico- parece que fue ayer. A muchos compañeros de curso los veo de vez en cuando, a otros hace ya cinco años (desde la anterior cena que también organizó el colegio) y a otros hace muchos años que no los veo.

Aunque el Colegio invita también a las esposas de los ex-alumnos que quieran asistir, no creo que A. me acompañe. La última vez que lo hizo (cuando cumplimos 20 años) se aburrió mucho. Dice -y creo que tiene razón- que cada vez que me encontraba con un antiguo compañero, la presentaba e inmediatamente nos poníamos a hablar de nuestras cosas y me olvidaba de ella.

Ya he enviado algunos correos electrónico a compañeros para ver si organizamos algo. Además,  a través del facebook ya hemos empezado a movilizarnos.

domingo, 9 de enero de 2011

¡Sí, sí, sí, el día 10 ya está aquí!

Sé que queda muy mal decirlo -y peor escribirlo-, pero llevo toda la tarde deseando que empiece el colegio. Los niños están insoportables. La situación es lo más parecido a la del día 5 de enero, víspera de Reyes.

Ahora mismo me acabo de levantar de la silla porque los niños gritaban diciendo "¡Mira lo que ha hecho Q.!" (se va entendiendo el título del blog, ¿no?). Hacía un rato que lo habíamos mandado a la ducha y, al parecer, haciendo el tonto con la ropa ha tirado dos macetas que hay en lo alto de un murete del cuarto de baño. El suelo, claro, lleno de tierra y de plantas.

Bueno, lo que decía, los niños están excitados y esto no puede ser bueno. Suerte que mañana empieza el colegio y, poco a poco, volveremos a la tranquilidad normalidad y a un horario como Dios manda.

Hemos pasado parte del día recogiendo el árbol de Navidad (¡lo de adornos que se pueden colgar!), el Belén y los demás ornamentos propios de la época. Se guardan en cajas y ¡hala!, a guardarlos en aquel armario del lavadero hasta el año que viene. También hemos aprovechado para tirar algunas cosas: ese marco de fotos "de Navidad" que pintó JP en el cole, aquel portavelas (también de yeso) que pintó no sé quién hace ya unos cuantos años y que por fin se ha roto, unos angelitos "muy monos" que también se han roto ... No he hecho un estudio muy profundo, pero he llegado a la conclusión de que el yeso es el material que más se usa en las manualidades que nuestros hijos hacen el colegio con la finalidad de regalarlas a sus padres, ya sea por el Día de la Madre, del Padre o por Navidad. ¿Seré un mal padre porque no guardo en lo alto de un armario, dentro de una cajita con una etiqueta identificativa aquella manita que grabó un hijo nuestro en barro cuando tenía 2 ó 3 años? Claro que, en nuestro caso, deberíamos tener mucho espacio, porque muchas son las "manitas" que deberíamos guardar.

Soy consciente de que ahora viene la temible cuesta de enero, pero eso no es nada comparado con el último día de unas vacaciones con niños. Dentro de un rato los mandaremos a la cama, pero sé que no se dormirán hasta las tantas. Y mañana ... ay mañana, ¡no habrá quién los levante!

sábado, 8 de enero de 2011

Otro regalo

La imagen que ilustra esta entrada es la campana que los Reyes Magos le trajeron a A. y que, al parecer, es el regalo que más ilusión le ha hecho. Está colgada en la cocina, encima de una imagen de la Virgen de Guadalupe que nos regalaron unos amigos que viven en México.

A la hora de las comidas y las cenas, A. se coge de la cuerdecita y toca la campaña para avisar a los niños. Está tan emocionada con ese regalo que una vez más es cierto aquello de que lo mejor no es lo más caro. En casa tenemos una forma de decirlo: Cuando uno hace un regalo al otro sabiendo que le va a gustar, decimos que en ese regalo ponía su nombre.

Leyendo el blog de una amiga, nos contaba que ya ha recogido todos los adornos de Navidad de la casa, pero ha dejado el Belén, que lo mantendrá hasta la Candelaria. Es cierto que la tradición dice que es así, pero nosotros no creo que lo hagamos, sino que lo recogeremos todo entre hoy y mañana. Nos gusta esa tradición, pero en nuestro caso hay que ser prácticos e intentar volver a la "normalidad" lo antes posible. Las vacaciones ya se acaban, el lunes empiezan los colegios y hay que intentar que se centren lo antes posible.

A todos aquellos que se han preocupado, se han acordado y me han preguntado por mi madre, agradeceros profundamente este detalle y deciros que, gracias a Dios, mañana le dan el alta hospitalaria. Así que, otro regalo que nos han traído los Reyes Magos (¿tan buenos hemos sido?)


Ah, una aclaración para acabar. Fernando se preguntaba qué explicación dábamos a los niños de que los regalos llegaban la noche de Reyes y no por la mañana. De entrada, no nos damos los regalos por la noche, sino que sólo son los de los padrinos y madrinas (recuerda que aquél que no tiene padrinos en la familia, sus padres les adelantan alguno de los del día siguiente). La explicación es muy sencilla: los Reyes acaban de pasar por delante de la casa (la Cabalgata) y ya han dejado unos regalos. Después, nos vamos corriendo para casa antes de que los Reyes pasen por ahí. Se acuestan rápido y, a la mañana siguiente ... ¡voilà!, han pasado por la noche y han dejado unos cuantos regalos.

jueves, 6 de enero de 2011

Realmente son magos

Hasta ahora no he podido ponerme a escribir la entrada que prometí. Ha sido tal la vorágine de acontecimientos que no he tenido ni tiempo de hacerlo.

Ayer nos fuimos a Misa de 6. Una Misa que nuestra Parroquia celebra la víspera de Reyes pensando en los niños, pues es un rato antes de que empiece la Cabalgata. Al acabar, corriendo a casa de mis suegros. Allí, siguen una tradición que empezó hace ya unos cuantos años. Se reúnen allí todos los hijos de mis suegros con sus maridos o esposas y los hijos de éstos (otra vez, somos un montón, pero ya estamos acostumbrados...). Como hay allí muchos padrinos y madrinas, aprovechamos para entregar los regalos a nuestros ahijados, evitándonos así una peregrinación o constantes visitas a casa repartiendo regalos.

La cosa funciona así: Mis suegros viven en un primer piso de una gran avenida de nuestra ciudad. Y por allí pasa la Cabalgata. La vista es excepcional. Es como un palco en un estadio. Cuando se acercan las carrozas, los niños salen al balcón acompañados de algunos mayores. Es entonces cuando mi suegra cierra las persianas con la excusa de que los caramelos le pueden romper algún cristal y aprovechamos para sacar en el comedor todos los regalos de los ahijados (los que no tienen padrinos de la familia, sus padres le llevan uno de los regalos que los Reyes le iban a dejar por la noche).

Cuando pasa la última de las carrozas, los niños entran en el comedor y se encuentran todos los regalos. Tendríais que ver sus caras, pero, claro, como los Reyes son Magos... Uno de los pequeños empieza a cantar los nombres que figuran en cada uno de los paquetes y los niños los abren delante de todos con las consiguientes exclamaciones. Hasta que no se abra un regalo, no se reparte otro.

Al acabar, mis suegros -que son unos santos- nos invitan a cenar. Se pasan toda la tarde preparando bocadillos, aperitivos y dulces para esa noche. Ayer, Ma, P. y Mi. les ayudaron en esta tarea.

Después nos vamos a casa, los niños se acuestan y A. y yo colocamos todo en el comedor.

Esta mañana, al levantarnos, hemos podido comprobar la generosidad de los Reyes Magos, ¡¡nos han traído la PS3!! Yo, el primero, no me lo creía. Hoy hemos jugado muchos partidos de fútbol con el PES 11. Una gozada.

Por cierto, los regalos de Reyes empezaron ayer a las 18 h, hora en la que empezaba el partido de Copa entre el Málaga y el Sevilla y que finalmente ganó mi equipo con un contundente 0-3 que, sumado al 5-3 de la ida, hace un global en la eliminatoria de 8-3. No está mal.

martes, 4 de enero de 2011

Se acercan los Reyes Magos

Esta tarde me he ido con Mi. al Clínic a ver a mi madre que se encuentra allí ingresada. Llevaba unos días encontrándose mal (se ahogaba) y al final acudió a ese Hospital, donde, tras realizarle varias pruebas y tenerla todo el día, decidieron que se quedara ingresada.

Este mediodía me ha llamado mi hermano N. para decirme que por fin habían diagnosticado una neumonía. Digo "por fin" porque ayer no le daban ninguna pista, simplemente se limitaban a decir que veían una mancha en el pulmón, pero no estaban seguros de qué podía ser. Al menos ya sabemos qué tiene.

Cuando he llegado, estaba en un pabellón llamado Helios y pendiente de un traslado a la Clínica del Sagrado Corazón, pues parece que en el Clínic no hay camas. Como he ido con Mi. y no era recomendable que él estuviera en ese sitio, sólo he podido acompañarla -junto con mi padre y mi hermano J- durante 2 horas.

Cuando volvíamos para casa, Mi y yo hemos merendado unos pastelitos que me han trasladado a mi infancia: Bony y Pantera Rosa (¡qué recuerdos!) y hemos aprovechado para hacer alguna compra de última hora para A. Los Reyes Magos le traerán dos detalles más, pero de esos de los que estoy satisfecho. Seguramente le gustarán porque, como decía Fernando, lo importante es que le gusten.

Sigue acercándose esa mágica noche de Reyes y los niños (y no tan niños) están muy nerviosos. Pero que muy nerviosos.

Mañana nos espera un día lleno de emociones. En casa de mi suegra se vive de una manera muy especial y mañana, si puedo, os contaré cómo lo hacen y cómo ha ido.

lunes, 3 de enero de 2011

¡¡¿Día 3 de enero? ... que me pilla el toro!!

Aunque parezca una perogrullada, hoy me he dado cuenta de que estamos a día 3 de enero y eso significa que el día de Reyes está al caer.

Creo que en más de una ocasión ya me he quejado de que este año no tengo vacaciones (de hecho, a lo largo de mi vida, nunca las he tenido en Navidad, a excepción de un año en el que presté mis servicios en una empresa), lo que, unido al calendario que hemos sufrido, ha hecho que mis días de fiesta puedan contarse con los dedos de un muñón.

Lo siento por el comercio minorista, pero este capitalismo salvaje que hace que no sé cuántos domingos al año los comercios abran sus puertas, ha sido nuestra tabla de salvación. Sin ir más lejos, mi suegra vino ayer a casa para que nos fuéramos al cine. Ésta es la versión oficial, pero lo que realmente ocurrió es que A. y yo nos fuimos antes de que ella llegara, iniciamos unas compras que nos permitieran cierta coherencia entre lo pedido por los niños y lo que traerán los Reyes Magos y después pudimos ir al cine (vimos "El discurso del Rey").

No sé si todas las suegras se pusieron de acuerdo, pero lo cierto es que no fuimos los únicos que tuvimos esa idea necesidad. Esta mañana -todavía jadeante por el titánico esfuerzo de la tarde de ayer- estaba repasando mentalmente lo que todavía nos falta, cuando caigo en la cuenta de que A. también tiene derecho a ser visitada por sus SS.MM. los Reyes de Oriente. El pánico se ha apoderado de mí.

Hoy, mientras comíamos (como hay vacaciones escolares, estamos todos en casa), A. ha aprovechado para que los niños en voz alta repasaran sus listas de regalos y, de paso, ella recitaba la suya. Me he quedado con alguna idea y rápidamente he descartado otras. Esta tarde, al salir del despacho, me espera una maratón para intentar hacerme con alguno de sus deseos. Tengo miedo, mucho miedo. Mientras tanto, pienso que la mayoría de las mujeres disfrutarían encontrándose en mi situación.

domingo, 2 de enero de 2011

2010-2011

Como ya os dije, pasamos el fin de año en casa de unos amigos (D y J, el irlandés y su madrileña mujer), junto con Je y M (aquélla pareja, aragonés él y BTV ella), J y M (ella, mexicana), P y N (él, hermano de D. y, por tanto, irlandés y ella de Tarragona) y mi hermano Ch. y si mujer E (ella es argentina y viven en Colombia). y los hijos de todos. En total nos reunimos 38 personas y el cosmopolitismo estuvo presente durante toda la velada.

Antes que alguno lo pregunte, deciros que, efectivamente, no hubo "cotillón". Sí comimos las uvas y brindamos con cava por el nuevo año.

Entre que acabamos tarde y D. me preparó un gin tonic con Bombay Sapphire muy bueno, pero muy fuerte, ayer pagué las consecuencias. Mis amigos de http://elblasco.blogspot.com/ nos dirán si es bueno o no. Ellos sí que saben.

Tengo que agradecer que los niños nos respetaron el descanso y se despertaron todos muy tarde (nos acostamos a las 3,30 h y nos despertamos a las 10,15 h más o menos). Vinieron mis sobrinos R y J (ahijado mío) a dormir, así que ya os podéis imaginar el ambiente que había en casa y por lo que hasta hoy no he podido escribir nada.


Hoy empieza a volver la normalidad. Hay jornada liguera y eso ayuda mucho a volver a esa rutina. El Sevilla se juega su resurgir frente al Osasuna. Es un partido ideal para recuperar la confianza y, espero y deseo, no tener que hacer una referencia negativa a este partido en mi próxima entrada.

Empezamos un  nuevo año y, como siempre, cargado de ilusiones que espero podamos cumplir en la mayoría de los casos. 


Mis mejores deseos para todos.


Ahora que ha acabado el partido, os puedo decir que el Sevilla ha ganado 1-0. Empezamos bien el año nuevo.