miércoles, 28 de octubre de 2015

Cumpleaños de A. y Plan B

Ya que seguimos con los cumpleaños, hoy toca el de A. Creo que ya ha alcanzado esa edad en la que a las mujeres no les hace gracia que se sepa, pero si sois un poco espabilados, buscando por este blog, encontraréis alguna entrada que os facilitará adivinar su edad. Sí, ya sé, que la mayoría ni se molestará en buscarlo porque -para qué nos vamos a engañar- no es tan importante conocer su edad, pero lo pongo para aquellos que su curiosidad es de clase mundial.

Ayer por la tarde nos fuimos ella y yo en busca de sus regalos (hasta ahora siempre me había espabilado yo solito) porque si tenemos en cuenta su avanzado estado de gestación y que su deseo era ropa, la cosa era algo más que complicada, rozaba la proeza acertar, no solo con la talla, sino con el modelo. Al final, no resultó tan complicado porque la moda parece que se presenta algo más ancha y no paré de ver jerseys amplios, ponchos (o similares) y blusas muy largas. Perfecto. Volviendo a casa, paramos en una panadería-pastelería y compramos dos cajas de pastas variadas que servirían para el desayuno de hoy para que A. llevara unas cuantas a sus compañeras de trabajo. Al final compramos 3 kilos ... es lo que tiene ser tantos en casa.

Esta mañana nos hemos levantado (casi)todos a la misma hora y hemos "celebrado" su cumple. Le he entregado los regalos (su ropa y un perfume) y los niños la han cubierto de besos y sobre todo abrazos cuando han visto el desayuno que tenían hoy.

Nuestra hija Ma. se lo ha currado y se ha ido a una floristería, le ha comprado un ramo de flores, se ha cogido el tren y se ha presentado en el colegio donde trabaja A. y le ha regalado el ramo. Aquí tenéis un documento gráfico de la efeméride



Después, se han presentado en su despacho todos los niños y niñas de una clase de P-algo para felicitarla. Estaba emocionadísima.

Mientras tanto, va acercándose la fecha del nacimiento de la niña y ya no sé qué hay que hacer para buscarle un hueco. A. tiene muchas amigas que le están dejando cosas (pensad por un momento que lo que teníamos de bebé ya lo habíamos colocado), por lo que os podéis imaginar cómo está la casa de bolsas con ropa y otros accesorios de bebé. Como eso de cambiarse de casa y buscar una más grande va a ser que no, empecé a pensar en un plan B: Incentivar que los niños se vayan de casa. Hace poco pensé que había encontrado la solución para que S. se fuera de casa, pero fracasé. Este año S. hace la Primera Comunión y, entre otras cosas, el colegio organiza con las familias de los niños una especie de romería a un Santuario de la Virgen para hacer el ofrecimiento de los niños a la Virgen. Se me dibujó una sonrisa en la cara y para allá que nos fuimos. La ceremonia muy bonita y yo cada vez más nervioso porque se acercaba el momento culmen. Cuando por fin llegó, los padres acompañábamos a nuestros hijos al altar y cuando ya bajaba las escaleras unos toquecitos en la parte posterior del hombro hicieron que me detuviera y girara la cabeza. Un señor, me advertía de que "me había dejado el niño". "¿Cómo que dejado?, ¿no era esto un ofrecimiento de los niños?. Pues, hala, ahí lo ofrezco" No coló. Nos volvimos con el niño "ofrecido" pero esto no queda así, todavía me quedan dos meses para encontrar alguna solución a la falta de espacio.

lunes, 26 de octubre de 2015

La granja de conejos

Tenía pendiente desde hace un tiempo una entrada dedicada a la visita que hicimos este verano a una granja de conejos. No vayáis a pensar que es una actividad que teníamos previsto realizar por algún motivo en concreto, sino que salió así, de forma totalmente improvisada.

Como os decía en esta entrada, Matteo estuvo trabajando un tiempo en una granja de conejos, propiedad de MJ que, no os lo vais a creer, es seguidora de este blog. Al parecer, estaban un día hablando Matteo y MJ cuando ésta le comentó que seguía un blog de un tipo que tenía unos cuantos hijos, que explicaba cosas de su familia y ... Matteo empezó a atar cabos y le dijo que lo conocía. ¡El mundo es un pañuelo!

A los pequeños les hacía mucha gracia visitar esa granja en la que trabajaba Matteo y, tras comentarlo con MJ, fijamos un día. Al llegar a la granja, unas naves industriales alejadas de cualquier núcleo urbano, la buena de MJ nos tenía preparado un desayuno que hizo que los niños estuvieran encantados. Ahí charlamos un rato y comentamos la casualidad de que conociera este blog. Como se dice por estos lares, nos desvirtualizamos.

Entramos en la primera de las naves y comprobamos que estaba llena de jaulas con un conejo cada una de ellas. Eran las jaulas de las madres. Cada 'x' tiempo venían de una empresa para inseminarlas. No, no era una empresa de conejos macho, sino que un veterinario, jeringuilla en mano, se dedicaba a visitarlas una a una. Una trabajera, vamos.

Jaulas en una de las naves

Al cabo de un mes aproximadamente -y todas a la vez- se ponían a parir como conejas y si tenemos en cuenta que cada coneja pare entre 3 y 12 gazapos, podéis imaginaros la que se monta allí. Para los que seáis tan o más de piso que yo, os pongo una foto de conejos con 1 día de vida para que sepáis diferenciarlos de un osito de gominola.


Conejos reciuén nacidos

Después siguen creciendo y ya se juntan a varios de los conejos jóvenes en una jaula. Cuando tienen una edad determinada (no recuerdo cuál) ya están listos para ser vendidos. Imagino que no hace falta explicar el destino de estos animales. Os daré una pista: no suelen verse en las tiendas de mascotas, sino más bien en expositores de supermercados con un aspecto muy diferente a éste:

Conejos jóvenes

Lo que más me llamó la atención y por desgracia soy incapaz de recordar, eran los datos relativos a los kilos de pienso que cada mes se jalaban estos conejos, o el gasto de refrigeración de las naves, o el precio que le pagan a MJ por cada conejo. Lo que sí recuerdo es que me quedé con la sensación de que es un trabajo muy duro y poco recompensado ... sí, es verdad, como la gran mayoría. Los pequeños disfrutaron mucho con la visita y nosotros estamos muy agradecidos a MJ por el trato que nos dispensó y la atención que nos prestó a pesar del mucho trabajo que tenía. Muchas gracias por todo.

jueves, 15 de octubre de 2015

Otro que alcanza la mayoría de edad y el pequeño ya no lo es tanto


Ayer dieron de alta a mi madre, me he podido poner un poco al día en el despacho y he encontrado un hueco para esta entrada que, por otra parte, era obligada porque el calendario no perdona.


El día 3 de este mes, S. cumplió 8 años y -topicazo va- por mucho que vaya cumpliendo años, sigue siendo el pequeño. Como el "problema" tenía difícil solución, decidimos ser drásticos y ... ¡ahora espera una hermanita!, con lo cual se acabaron las tonterías de niño pequeño ;-) Seguramente se le acabarán de golpe y, dentro de unos años, será la hermanita la de las tonterías. Sí, es cierto, pero cuando llegue el momento -si todavía no estoy ingresado en un geriátrico- ya me ocuparé del problema.

Pues eso, S. cumplió sus 8 añazos y su madrina ya se encargó de regalarle algo del Barça ... Sí, siempre le regala cosas del Barça (hasta ahora compaginaba esa característica con que fuera útil, ya sabéis, la típica mochila del cole, el estuche, una toalla, etc ¡del Barça!) y en esta ocasión ha prescindido de uno de los elementos del regalo: la utilidad. Ahora, sin rubor alguno, le ha regalado una bandera del Barça (por orden de su madre ya luce colgada en la pared de su cuarto al lado de la del centenario del Sevilla) y una bufanda. No sé, debe existir un temor -más que fundado- de que un niño que vive rodeado de sevillistas está en permanente peligro acerca de la fidelidad a sus colores. ¡Y el niño es del Barça para que su madre no estuviera sola! Es verdad, eso dice mucho del gran corazón que tiene ... hacia su madre, no hacia ese equipo.

Bueno, dejando ya ese tema del jodío niño, creo que pasó un día muy agradable. En casa tenemos la costumbre de que ese día se coma lo que el homenajeado elija (suerte que no han probado nunca el caviar y el jamón, aunque les gusta mucho, no lo consideran un manjar propio de dioses) y S. quiso que hiciéramos una raclette. Pues nada, todos contentos (imaginaos por un momento que el niño tuviera una absoluta y desenfrenada pasión por las acelgas) y disfrutando del ágape que, ¡cómo no!, incluyó el típico pastel.

Y llegó el día 10 y P. se nos hizo mayor de edad (¡¿ya tengo dos hijos mayores de edad y en la Universidad?!) Todavía estamos intentando digerir eso de tener hijos mayores y estar esperando un bebé. Sí, ya sé, tanto A. como yo somos dos portentos de la naturaleza, pero seguimos pensando cómo se compaginan esos, por ejemplo, permisos para salir por la noche, con los cambios de pañales. Siendo optimista, será más fácil ver a qué hora ha llegado el noctámbulo porque es posible que nos pille dando de comer al retoño, ¿no?

P. eligió comer algo que a los que ya tenemos una edad, independientemente de que nos guste o no, su ingesta nos provoca una serie de consecuencias. Quiso huevos fritos con bacon y toneladas de patatas fritas con ketchup y salsa brava. Vamos, un frenesí de grasas saturadas y el colesterol campando a sus anchas en nuestro interior. Pero bueno, ¿él es feliz así? Pues eso, sus padres "encantados"

Durante la semana, su madre y M., su novia, le prepararon una fiesta sorpresa en casa de M, grande y con jardín. Creo que fueron unos 30 amigos. A. y yo estuvimos un rato ayudando a montarlo todo (¡qué menos podíamos hacer encima que ellos ponían la casa!). Después, de forma improvisada, salió una cena con los padres de la novia (no es el título de una película) y lo pasamos muy bien.

M., la novia, le preparó un vídeo con las imágenes que Ma y yo le enviamos, junto con otras actuales de amigos y familia. No lo cuelgo porque no tengo la autorización de los que participan (por no tener, no tengo ni la mía)

Para acabar, y a modo de moraleja, decir que sí, que nos hacemos mayores, pero desde hace un tiempo esta verdad universal la veo de otra forma desde que mi amigo D., el irlandés, me lo explicó. A medida que nuestros hijos se hacen mayores (y, a la vez, nosotros también) en sus rostros se refleja cada vez esa belleza que nosotros les entregamos. Es una forma gráfica de explicar ese amor que pasa de padres a hijos. En las madres, se ve de forma mucho más clara: Mientras las madres maduran, las hijas se van haciendo cada vez más y más guapas ... porque sus madres les van transmitiendo su belleza. ¡Ea!, pues ya está

lunes, 5 de octubre de 2015

Las Urgencias médicas

Sí, ya sé que tocaba una entrada sobre la visita que este verano hicimos a una granja de conejos, pero es que si no escribo sobre esto, exploto.

Mi madre vuelve a estar ingresada (bueno, está en un box de Urgencias) como viene siendo habitual en los últimos tiempos. Los hermanos que vivimos cerca nos vamos turnando como podemos para hacerle compañía y ocuparnos de nuestro padre (el Alzheimer va a un ritmo rapidísimo) mientras ella no está. Lo cierto es que esos ratos que paso en Urgencias me hacen ser un privilegiado espectador de lo que allí se vive y, lo siento, debo ser muy cortito, soy incapaz de entender. Ruego encarecidamente que si entre mis lectores/as hay algún médico, auxiliar sanitario o -da lo mismo la categoría- conocedor del mundo de las Urgencias, no se ofenda por lo que pueda leer, me lo haga saber y me saque de dudas.

Vaya por delante que suelo ser de los moderados en mi estancia (como acompañante) en Urgencias. Vamos, soy de la opinión de que si eres muy exigente, serás el blanco de todas las iras de los que allí trabajan y, sobre todo, no te harán ni caso (y por ende, al paciente). una vez puestos en antecedentes, explicaré mi visión sobre este mundo:

- Historial: No nos ha ocurrido una vez, ni dos, ni tres, sino varias que, a pesar de que tienen a la vista su historial, confunden medicación (dependiendo de la dolencia que tengas, un error en la medicación puede tener consecuencias fatales) e intentan darle una pastilla totalmente contraindicada con otra de las que toma (ya sabéis, el famoso Sintrom). Gracias a Dios, la mayoría de las veces estamos alguno allí (o mi madre se da cuenta) y les advertimos. Las preguntas son ¿se miran el historial?, ¿cuando hay cambios de guardia, no miran las anotaciones que han hecho los del anterior turno?

- Si no te quejas, pasan de ti. Si lo haces, pasan más. ¿Qué actitud es la correcta? Como ya os he adelantado, acostumbro a ser muy educado y (quizá excesivamente) prudente, lo que me lleva a dudar de que sea ésta la actitud adecuada, atendiendo a los resultados. Con un ejemplo se entenderá mejor. Ayer tarde mi madre pidió una cuña (como, entre otras cosas, está deshidratada y debe beber agua y tiene puesta una vía con suero, es normal que tenga ganas a menudo). Llegó un enfermero a y se la trajo. Cuando volvió a recogerla le dijo, con educación, pero con un evidente tono de fastidio, que debía aguantar más, que no le llamara para hacer tan poca cantidad. La siguiente vez que la pidió aguantó bastante más (o eso me dijo, que todo puede ser) y esta vez vino una enfermera. Se la puso y, al irse, nos dijo, cuando acabe, me avisáis. Y así lo hicimos. Como sonaba el timbre y no venía nadie, la vi saliendo de otro box mientras decía "¡¿Que no hay nadie más, que tengo que encargarme yo de tod ..?!" Y se calló al verme fuera del box. Entró donde estaba mi madre, apagó el timbre y dijo que ahora volvía. Pasó bastante rato y no venía. Mi madre se quejaba de que estaba muy incómoda y apretó el timbre mientras yo estaba fuera buscándola. Apareció como de la nada y gritándome me dijo "Ya os he dicho que ahora pasaba" y, de mala leche, entró y se la quitó.

Entiendo el estrés que pasan en su trabajo (tampoco es para tanto) y soy consciente de los recortes sufridos en la Sanidad (aunque abusen de este manido argumento, que sirve para justificar absolutamente todo), pero ...

- Poca información. El médico -que sé que tiene a varios pacientes a su cargo- pasa muy de vez en cuando a informar y, en general todos los profesionales que allí trabajan dan poca información. Cuando se te ocurre preguntar (de verdad, con exquisita educación), notas en su cara el fastidio que les provoca tener que informar. No sé, ayer mismo, se me ocurrió preguntar si le darían algo de cenar (no comía desde el día anterior) y tuvo que ir a buscar la pauta para poder contestarme.

- Creen (los profesionales que allí trabajan) que están solos. El volumen de voz empleado es alto ... y más teniendo en cuenta que se trata de un lugar en el que la gente no está muy fina. Con esos prolongadísimos silencios que se dan ahí, te acabas enterando de la vida y milagros de las enfermeras. Mención aparte merece esas entradas sorpresivas en el box a las tantas de la madrugada al grito de "Hola, guapa, venimos a pincharte" que si no has ingresado por un infarto, provoca que cambies de unidad porque ya te lo han inducido.

- Esas llamadas a la enfermera que no acude mientras escuchas risas que provienen  de una sala en la que en la puerta dice "Prohibido el paso". Soy consciente de que tienen derecho a algo de descanso y a cierta intimidad, pero de ahí a ignorar esos timbres a base de risotadas, no lo entiendo.

- Ese trato a las personas mayores que podría resumirse en:

a) Hablarles a gritos. Ser mayor no significa ser sordo. Este axioma les cuesta entenderlo.
b) Intentar corroborar todo lo que les dice el paciente con miradas y gestos cómplices al acompañante.
c) Uno que se da especialmente en Cataluña. Dirigirse en catalán al paciente y cuando éste contesta en castellano (y es mayor, insisto), tratarlo como si no tuviera estudios.

Espero no haber sido muy duro con este colectivo e, insisto, agradecería cualquier explicación al respecto

PS He olvidado mencionar otro punto importantísimo: Distinguir a un médico de entre todos los empleados que pululan por allí. ¿Tan difícil es poner una placa o coser en el bolsillo, su nombre o simplemente la palabra 'médico'? Todos van de blanco (¿tan difícil es que los médicos vayan de verde o al revés?) y ya no los distingues ni siquiera por ser el que más bolis lleva en el bolsillo.